FRACTUS Santander - FORO CARARE - OPON

La intervención pedagógica tiene un antes y un después que constituyen las piezas consustanciales en toda práctica educativa. La planificación y la evaluación de los procesos educativos son una parte inseparable de la actuación docente, ya que lo que sucede en las aulas (la intervención pedagógica) nunca se puede entender sin un análisis que contemple las intenciones, las revisiones, las expectativas y la valoración de los resultados. Por poco explícitos que sean los procesos de planificación previa o los procesos de evaluación de la intervención pedagógica, ésta no puede analizarse sin que se contemple dinámicamente desde un modelo de percepción de la realidad del aula en que están estrechamente vinculadas la planificación, la aplicación y la evaluación.

La práctica pedagógica mediada por la investigación, debe fundamentar sus procesos en la reconstrucción del contexto escolar, de tal manera que permita comprender y dar sentido a la acción pedagógica que en todo caso debe estar orientada a acompañar a los niños y jóvenes en un intento de transformación cultural de su entorno, a partir del cual indagan y encuentran respuestas, para resolver situaciones de la vida diaria.
El trabajo de aula focalizado en el propósito de comprender el contexto y dar sentido a lo que se aprende, conlleva a transformar el currículo tradicional, por un currículo contextualizado, que se desarrolla con la intención de encontrar respuestas, de resolver situaciones del entorno y de la comunidad, a partir de diferentes miradas, es decir integrando saberes de una y otra disciplina para encontrar respuestas acertadas y completas a situaciones de interés planteadas por el maestro con sus estudiantes; en este sentido, si se trabaja con investigación en el aula, el currículo se transforma, pasa a ser un currículo contextualizado e integrado