La labor educativa sería más pertinente y se fomentaría el trabajo colaborativo entre maestros y estudiantes y los logros del proceso educativo sería compartido.
Las prácticas pedagógicas no se realizarían únicamente en las aulas, que en ocasiones no brindan las comodidades óptimas para el desarrollo de las clases, sino serían trabajos de campo, con el contacto con la naturaleza. Esto propicia la observación, la creatividad y el desarrollo de competencias investigativas.