Teniendo en cuenta que la educación no es una actividad teórica, sino una actividad práctica; la práctica educativa es una actividad intencional en la cual involucra el contexto social, el cual aprovechamos para facilitar el aprendizaje. Como docentes debemos crear en los estudiantes hábitos para que indague e investigue sobre la veracidad o profundización de los conocimientos adquiridos en su salón de clases, es decir que exista una comunicación recíproca, tanto educando como docente construyan saberes. Las prácticas curriculares comprenden el papel de la enseñanza aprendizaje, como un proceso de doble vía, en la cual los dos actores, estudiante y maestro aprenden en un proceso de intercambio de saberes, facilitando los docentes el desarrollo del pensamiento y la capacidad crítica de los estudiantes.
Las prácticas curriculares de apropiación social buscan fomentar la investigación, como es el caso del proyecto FRACTUS, donde la apropiación es un proceso de carácter reflexivo e intencionado situados en contextos específicos, con intereses y necesidades donde el conocimiento científico y tecnológico se integra. Si construimos el currículo desde nuestra práctica, tenemos en cuenta el entorno social en el cual nos encontramos, el cual debe ser utilizado en nuestras prácticas educativas; además, teniendo en cuenta la era actual en la que nos encontramos, es decir la tecnología, debemos involucrar la tecnología en nuestro quehacer pedagógico, culturizando tanto a educando como maestros, lo valioso e importante de apropiarnos de las herramientas tecnológicas para indagar, analizar, argumentar y proponer.
Cuando los estudiantes se sienten motivados en las clases, es mucho más fácil que adquieran y construyan conocimiento, esto podemos lograrlo si las clases son motivadoras, interesantes y enriquecedoras. Así por tanto, si partimos de experiencias previas de los estudiantes, si los motivamos a investigar para argumenten y construyan saberes, vamos construyendo el edificio del conocimiento.
La interdisciplinariedad implica voluntad y compromiso de elaborar un marco más general en el que cada una de las disciplinas en contacto son a la vez modificadas y pasan a depender claramente unas de otras. La enseñanza basada en la interdisciplinariedad tiene un gran poder estructurante ya que los conceptos, marcos teóricos, procedimientos, etc., con los que se enfrentan los estudiantes se encuentran organizados en torno a unidades más globales, a estructuras conceptuales y metodologías compartidas por varias disciplinas.
Para introducir la investigación como estrategia pedagógica es necesario en primer lugar crear cultura en ciencia y tecnología tanto en los docentes como en los estudiantes, la cual debe defender un tipo de persona más abierta, flexible, solidaria, democrática y crítica. El mundo actual necesita de personas que se puedan enfrentar a una sociedad donde la palabra cambio es uno de los vocablos más frecuentes en la actualidad.
Las TIC han transformado la educación notablemente, tanto en la forma de enseñar como en la forma de aprender, los estudiantes no solo son receptivos, tienen la curiosidad de indagar, investigar, reflexionar y argumentar ayudando a crear su propio conocimiento.
Para lograr una escuela diferente se debe estar dispuesto al cambio, involucrando la tecnología en nuestro quehacer pedagógico, el cual sirve de ejemplo para los educandos buscando crear en ellos una cultura de investigación haciendo parte de su formación académica y social. El proyecto FRACTUS me ayudó a involucrar la tecnología en mis prácticas pedagógicas, logrando cambios significativos ya que el aprendizaje moderno está basado en las nuevas tecnologías de la informática y comunicaciones, convirtiéndose el docente en mediador del proceso de investigación y permitiendo que el rol del estudiante sea más activo y participativo reconociendo una verdadera apropiación del conocimiento.