La IEP como Práctica Educativa[editar]
Una práctica educativa es toda acción práctica dentro y fuera del aula de clase. Se caracteriza por romper barreras como la edad escolar, nivel educativo del estudiante, asignatura de cada docente; y por el contrario, impacta en toda la comunidad educativa. Queda claro que las prácticas educativas son incuestionablemente benévolas aunque no conlleven intenciones formativas conscientes, explícitas o premeditadas.
Ejemplos de prácticas educativas desde cada quehacer docente podrían ser el periódico mural, las campañas de reciclaje, las actividades de concientización ambiental e incluso prácticas tan tradicionales y obligatorias como las izadas de bandera, la elección de gobierno escolar o las eucaristías.
Nuestras prácticas educativas pueden / podrían optimarse si se convierten en escenarios para la Investigación como Estrategia Pedagógica, es decir, que sea cual sea la situación (práctica pedagógica), la IEP puede tener lugar como eje central de esas prácticas.
Si le apostamos a la IEP como una práctica educativa, es decir, como una acción permanente en la comunidad educativa, podríamos lograr que los estudiantes vean en sus acciones académicas prácticas reales, contextualizadas, surgientes de un interrogante, de una inquietud que, al ser satisfecha, conllevará un producto-evidencia capaz de dar al estudiante la sensación de que sus acciones académicas no son ficticias (como suele parecerles el mundo escolar en general). La ganancia de la IEP como práctica educativa será permitir a los estudiantes tener autonomía, compromiso, trabajo colaborativo, praxis real y – por supuesto – la posibilidad de aplicar su experiencia fuera del contexto escolar.